Ninguna nación en la tierra
puede proclamar que ha permanecido sin cambio, o aún haber vivido siempre en el
mismo lugar. La historia registrada, desde tiempos ancestrales, atestigua la
presencia de movimientos poblacionales.
La
migración, no es un fenómeno actual, si no que ha crecido y cambiado a lo largo
del tiempo. El primer esbozo de este fenómeno, lo encontramos con nuestros
antepasados en el nomadismo. Existe un amplio acuerdo entre los historiadores y
antropólogos de que los cambios climáticos mayores pudieron haber provocado
flujos migratorios a gran escala. Mientras que no sabemos exactamente cómo se
movilizaba la población prehistórica sobre la superficie de la tierra, en
Europa, por ejemplo, pudo haber movimientos hacia el sur para escapar de la
extensión de las capas de hielo durante los periodos de glaciación, y migración
de retorno hacia el norte después del derretimiento de los glaciares.


En cuanto a la fundación legal y administrativa para la
migración moderna, fue desarrollada a finales del siglo diecinueve. Mientras
que la Segunda Guerra Mundial se identifica a menudo como otro antecedente importante
en la historia de la migración, debido a que, después de dicho
evento, más de catorce millones de personas tuvieron que trasladarse
forzosamente por la modificación de las fronteras, de tal suerte que un importante número de personas se
beneficiaron de programas de migración establecidos por los Estados Unidos,
Canadá, Australia y Argentina, ocasionando que la “industria de la migración”
creciera y se desarrollara para administrar esquemas de viaje altamente
subsidiados y logísticas de transporte, así como para administrar la
promoción, reclutamiento y selección de migrantes.
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